Balance de
la gestión de Hugo Chávez
Roberto Mérida
ARRIBA. Manifestación con motivo de la despedida de Hugo Chávez |
En vida de Hugo Chávez, el gobierno
bolivariano ha recibido las simpatías de quienes se oponen a la
opresión del imperialismo y sus políticas neoliberales hacia los
pueblos en el mundo, se ha visto arropado por la simpatía por parte
de un amplio sector de las capas populares de Venezuela, los países
del ALBA y el mundo. Es un gobierno que ha servido de paraguas para
el avance y radicalización de las conquistas sociales por parte de
las clases oprimidas del país, y ha contribuido a refrenar en la
región el predominio de la oligarquía y la burguesía compradora
tradicionales, así como el avance del imperialismo a nivel político,
echando del poder a sus gobiernos títeres. A las llamadas políticas
neoliberales, desangradoras del nivel de vida y los recursos de la
nación a manos de las multinacionales, Chávez ha sabido oponer
políticas independientes, basadas en la recuperación de los
sectores estratégicos, el aumento de salarios y del nivel de vida,
el doble poder, o poder comunal, en lo local, y en general una
política de desarrollo de las infraestructuras y servicios sociales;
la educación se ha visto disparada, erradicando el analfabetismo;
los recursos de las rentas petroleras se han invertido por primera
vez en décadas en mejorar la vida de las clases pobres y enriquecer
al grueso de la población, y no en acrecentar las ansias de riqueza
y poder de las clases altas. Es un gobierno permeable a la presión
de las clases bajas y el movimiento social, que es la única y
genuina causa que ha hecho posible su radicalización hacia
posiciones izquierdistas, antiimperialistas y próximas al
socialismo. Es un gobierno, pues, caracterizado por haber concedido
al pueblo numerosísimas conquistas sociales, permitiendo así un
mayor reparto del trabajo y la riqueza en el país; pero bajo su
paraguas, también se ha visto favorecido un amplio sector de la
burocracia estatal, militar, y la burguesía local: multitud de
empresas, incluso de sectores estratégicos, siguen en manos de
propietarios privados, y en muchos casos, de multinacionales
extranjeras europeas y japonesas. Ni que decir que, a pesar de la existencia de
organismos de doble poder, como los consejos comunales, donde el
pueblo participa en la política a nivel local, éste no ejerce el
poder a nivel de todo el país: las políticas locales están
enormemente limitadas y requieren a cada paso de la financiación del
Estado. La población obrera y campesina continúa sin ejercer la
propiedad común y el control obrero de la producción en la mayoría
de empresas, tanto estatales, como privadas, así como de tierras del
país: una parte de las cuales han pasado al Estado, pero son
administradas por la burocracia, el resto, continúan en manos
privadas. Así, más de dos tercios de la economía siguen en manos de
capitalistas y terratenientes, según datos económicos de hace un
año, previos a las últimas elecciones, de 2012.
Es un error habitual por parte de la
izquierda creer o llamar a esto como una forma de socialismo. Lejos
de eso, Venezuela es más una forma de economía de transición del
capitalismo al socialismo, pero todavía inacabada, incompleta, más
próxima a un capitalismo socialdemócrata radical.
Es un gobierno liderado por un sector
progresista de la burguesía nacional que persigue una 2ª
independencia, para poder experimentar un cierto desarrollo de las
infraestructuras en lo que se conoce como capitalismo desarrollista o
neo-keynesiano. Para ello han buscado apoyarse en las fuerzas vivas
del país: la clase obrera, el campesinado, los indígenas y los
pobres, apoyándose en la movilización ciudadana.
Esto amenaza con hacer posible una
ulterior reversión al capitalismo, si la revolución no avanza y se
radicaliza, y un viejo gobernante es sustituido por otro nuevo, vacío
de contenido social y económico en su discurso, más preocupado por hacer gala de patriotismo y
nacionalismo que en llenar su gestión de contenido tendente al empoderamiento de las clases bajas y trabajadoras y a la transformación social.
Pero el que se radicalice o no la revolución no depende tanto del
gobierno en el poder, formado en buena parte por burócratas y una
naciente burguesía de Estado pro-China/Rusa, sino de la propia clase
obrera, de que siga politizándose, organizándose con independencia
de clase, radicalizándose y empujando los destinos del país hacia
una verdadera revolución proletaria. Ocupaciones y colectivizaciones
de empresas, como la de Sanitarios Maracay (reprimida por el gobierno
regional) deben generalizarse a nivel de todo el país. El
sindicalismo mayoritario debe ganar en independencia política, y los
trabajadores deben dotarse de su propio Instrumento Político
revolucionario.
Por decirlo de otro modo, en Venezuela
en estos años se han conseguido gracias a las conquistas sociales y
democráticas, logradas mediante la movilización del pueblo y su
empuje al gobierno, muchísimas mejoras para las clases
populares: muchísima más inversión en sanidad y educación,
misiones sociales, viviendas gratis o a bajo coste, y un incremento
exponencial del salario, además de varias nacionalizaciones de
empresas y bancos; la crítica es que estas nacionalizaciones no han
sido totales, de todos los sectores ni empresas estratégicas, sino
solo de una parte, y se han producido, a menudo, comprándolas, a
precio millonario de coste, lo que permite la fuga parcial de
capitales y continúa alimentando a la burguesía fuera del país.
Además, al seguir el país en el
capitalismo sigue viéndose afectado por la crisis económica
capitalista mundial, lo que empeora parte de los niveles de vida
alcanzados y mantiene en alza fenómenos como la delincuencia, la
pobreza, la polarización social, que no ha sido reducida al completo
o, en el caso de la delincuencia, incluso ha aumentado. Eso por no
criticar problemas como el aumento de la mala gestión en empresas
públicas, como la electricidad.
Es un país que ha mejorado los
derechos laborales y aumentado la tasa de empleo, pero no ha
alcanzado el pleno empleo y a menudo ha sustituido a la vieja
patronal en las empresas nacionalizadas por una naciente burocracia
de estado que reprime la lucha sindical. O por una nueva patronal por
parte de empresas japonesas, españolas, italianas, chinas, iraníes,
venezolanas, que ha venido a sustituir a la vieja patronal
yanqui-europea y pro-oligárquica, etc. Todo ello sin mencionar que se mantienen relaciones capitalistas en la franja del Orinoco debido a la carencia de la empresa petrolera pública estatal venezolana y de la mayoría de empresas de Latinoamérica para extraer el petróleo de esa zona, en malos terrenos y condiciones muy difíciles, que requerirían un tipo de maquinaria específica del que sólo disponen determinadas empresas fuertes extranjeras, entre ellas, la multinacional capitalista privada española Repsol, o la petrolera capitalista estatal rusa Rosneft, que accedió a más de un 40% del petróleo de un yacimiento recién descubierto en dicha franja que equivale a 16.000
millones de barriles a un costo unitario de 10 centavos de dólar por
barril (18/03/2013
03:05:00 p.m. | IPS.). Son empresas capitalistas de las que casi todos sus beneficios revierten en ellas mismas, y no en el pueblo venezolano ni latinoamericano. Digamos que un error del gobierno venezolano ha sido mantener este tipo de relaciones capitalistas, a menudo centrarse en ellas a la hora de desarrollar acuerdos comerciales internacionales, en lugar de apostar por empresas latinoamericanas públicas dentro del bloque del ALBA, cuyos beneficios vayan a revertir necesariamente en un mayor desarrollo de las infraestructuras de estos países desde largo tiempo atrás semicoloniales, sentando así las bases para su segunda independencia: la independencia económica. Digamos que los países del latinoamericanos del ALBA están mil veces más necesitados de ese desarrollo económico de sus propias empresas estatales e infraestructuras ya que de ello depende su soberanía energética, que es un pilar básico para conquistar su independencia económica; lo necesitan, en cualquier caso, mil veces más que el Estado capitalista ruso, cuyos beneficios de sus empresas revierten, a día de hoy, en su mayor parte, en la oligarquía dominante y la mafia rusas. Semejante independencia económica permitirá a estos países desde largo tiempo atrás neocoloniales o semicoloniales desarrollar unas relaciones comerciales internacionales con otros países en términos de mucha mayor igualdad. Venezuela puede desarrollar relaciones comerciales con Rusia y China, a pesar de todo esto, en términos de mucha mayor igualdad gracias a que ha obtenido en gran medida su tan ansiada independencia económica, gracias a la recuperación vía nacionalización o "compra" de los sectores estratégicos y energéticos.
Por otra parte, la lucha sindical y la
represión, por parte de la patronal, sigue existiendo en muchas
empresas, alcanzando grados de crudeza extremos en el caso de ciertas
multinacionales del sector privado, llegando a dar lugar al asesinato
de 65 sindicalistas en 2 años: tal es el caso de las
automovilísticas japonesas Mitsubishi, Macusa y Toyota, con el
dirigente sindical de Toyota, Argenis Vásquez, asesinado en Cumaná,
el 5 de mayo de 2009, luego de denunciar mafias vinculadas a la venta
de vehículos en el estado Sucre;
estos casos de asesinatos de sindicalistas, son sin embargo
difícilmente achacables al gobierno; son más achacables
precisamente a la patronal extranjera, por lo común más interesada
en apoyar
a los grupos de la oposición de derechas, y a la habitual táctica,
por parte de la patronal, de corrupción de funcionarios
pertenecientes a la policía o gobernatura local. Así: “El
propio presidente Chávez se pronunció el 1 de diciembre de 2008
solicitando que se investigara el triple asesinato de los dirigentes
sindicales revolucionarios Richard Gallardo, Luis Hernández, y
Carlos Requena. Sin embargo, la investigación nunca se realizó. La
Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (CCURA), ha
denunciado el asesinato de 8 de sus militantes en el estado Aragua, y
uno en el estado Mérida, y ha desarrollado campañas nacionales e
internacionales denunciando la escalada del sicariato en contra de
los dirigentes sindicales honestos y clasistas. Uno de los más
recientes asesinatos fue el de Jerry Díaz, dirigente sindical de la
empresa Manpa, el 25 de abril de este año. Días después del
asesinato, la policía de Aragua capturó al presunto asesino de
Díaz, pero lo liberó pocas horas después.”
(http://radioecos.radioteca.net/leer.php/1987420,
4/8/2010). Semejantes hechos demuestran, así mismo, la implicación
de los sectores más corruptos y reaccionarios de la propia
burocracia de Estado en semejantes hechos de represión al
sindicalismo combativo y a la clase obrera.
Es un proceso el venezolano, por tanto,
con limitaciones: típico de las revoluciones burguesas en países
tercermundistas que buscan emanciparse del imperialismo pero, sin
acabar completamente con el capitalismo y sin poner los medios de
producción, completamente en manos de la clase trabajadora, e
incluso aplicando la vía de la represión para impedirlo, y
salvaguardar sus privilegios.
Revolución democrático-nacional, pero
antiimperialista, al fin y al cabo. Ha conseguido barrer del suelo
del país la bota del imperialismo yanqui, que es la principal
potencia capitalista hegemónica del mundo y está a la vanguardia de
la reacción y la represión de los pueblos y la clase proletaria,
pues goza de un poderío militar superior, y de una mayor
concentración de poder y riqueza por parte de una élite capitalista
financiera ridículamente pequeña y horrorosamente potentada, con
miles de lazos y relaciones de control y predominio a su vez sobre
las burguesías compradoras y oligarquías locales en multitud de
países subdesarrollados, neocoloniales, de América Latina, África
y Asia, vinculadas directamente a aquella y que constituyen, de
facto, un verdadero “Estado mayor”; controla, asimismo, también,
a las burguesías imperialistas de potencias de segundo y primer
orden, como Japón y la Unión Europea (la llamada “tríada”
imperialista), que no disponen del grado de concentración de capital
y de poder político de que disfruta EE.UU., y están a una distancia
sideral del poderío militar norteamericano, pero que compiten, junto
con ellos, por el expolio y la dominación de los países
neocoloniales, y ejercen la dominación y expoliación local de los
recursos de su propia clase proletaria y los de los países
semiperiféricos de su propio entorno (PIIGS), a través de, por
ejemplo, Alemania. Con la aparición de la superpotencia yanqui, las
relaciones entre el centro y los países bajo su órbita, son
relaciones de control y dependencia en mayor o menor grado. Por eso,
la lucha de los pueblos y países como Venezuela por su plena
soberanía estatal y por un orden económico internacional justo,
constituye el principal componente de la lucha antiimperialista y
antihegemonista mundial, y forma parte de la revolución proletaria
mundial, a pesar de sus límites. El objetivo de las fuerzas
proletarias organizadas y del comunismo revolucionario a nivel
mundial, es por lo tanto, apoyar a la Revolución Bolivariana,
aportar elementos teóricos de apoyo para su radicalización, sin
dejar de ningún modo de defender en todo momento los intereses
comunes del proletariado local y las conclusiones más avanzadas en
la lucha por el socialismo, dentro del movimiento revolucionario
mundial.
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