Noelia
Martínez Menéndez
25 de Enero de 2013: El pueblo sale a la calle a condenar acciones del gobierno de Porfirio Lobo y Juan Hernández |
Esta
semana en RTVE emitieron un documental sobre Honduras en el que
acompañaban al ejército, a la policía, “en su lucha contra la
delincuencia”, en el país más violento del mundo. En
el reino del plomo, se llamaba la
producción de Radio-televisión-española.
En
el documental aparece la policía hondureña “luchando contra la
delincuencia” en Honduras. La misma policía que chantajeó al
gobierno democrático hace cuatro años tras darle un golpe de
Estado, pidiéndole dinero a cambio de su reposición democrática.
La misma policía que irrumpe en las casas hondureñas para darte dos
opciones: “exilio o muerte”.
En
el documental no apuntan esa costumbre policial de prenderle fuego a
las cárceles con los prisioneros dentro, matando a decenas de ellos.
Porque quizás, pensaría el documentalista, no tienen otro remedio
en los presidios para poder hacer hueco.
Pero
sí se reconocen ciertos excesos policiales, las violaciones de
Derechos Humanos. Son innegables. Sin embargo solo los reconocen
vinculados al fenómeno de las ovejas negras, las manzanas podridas
por el narco. Los asesinatos policiales se presentan como arbitrarios
y en ningún caso sujetos a órdenes políticas. Una de dos, o son
fortuitos o son producto de la abyecta avaricia de algunos policías
corruptos.
La
estrella del documental es un tal Bonilla, un tipo con obvias
limitaciones de inteligencia, que se muestra como el líder policial
designado para luchar contra la impunidad... el justiciero madero.
¡Pero sólo cuando asesinan al hijo de la rectora de la Universidad
Nacional!… porque cuando asesinaban a los hijos de las vendedoras
de baleadas no había debate. ¿Dónde estaba Transparency
Internacional cuando debajo de mi casa la policía asfixió a Wendy?,
¿dónde estaba Amnistía Internacional cuando diezmaban a las
transexuales en las calles de San Pedro Sula, cuando mataban a las
sindicalistas y a los líderes indígenas?, ¿dónde estaba Bonilla
cuando torturaban a mis amigos en las comisarías quemándolos con
cigarrillos? No, los asesinatos políticos no existen, solo el hijo
de la rectora, burgués y acomodado, al que mataron arbitrariamente
por un error policial.
En
el documental, que por momentos comienza a rozar el género Sci-Fi,
el tal Bonilla, el justiciero madero, entra con sus patrullas a los
barrios más humildes y pone a toda la juventud contra la pared. Los
cachea buscando armas y tatuajes. Porque según él el problema de
Honduras es la desestructuración familiar, las pandillas juveniles,
no los asesinatos por violencia de
género (que constituyen un femicidio), ni los crímenes de Estado
continuos y persistentes.
Más
adelante, para rizar el rizo de la extravagancia documental, los
presuntos documentalistas se toman una declaración de intenciones de
depuración del ejército muy en serio, como si fuera algo congruente
en una dictadura. ¿Qué depuración en sus filas puede llevar a cabo
un ejército que dio un golpe de estado instaurando una dictadura
fuera del marco de Naciones Unidas; que mata a periodistas, masacra a
disidentes y hace una sangría con la comunidad gay?
Pero
parece que los documentalistas no se enteran. Son curiosas sus
entrevistas a algunos fascistas “ilustres” de ese Estado Criminal
que es el estado hondureño, como el canciller del gobierno golpista
o el alcalde de Tegucigalpa; conocidos ambos como baluartes de la
cultura de la corrupción y el “sicariato fácil”. (Igual que
alguien de gatillo fácil dispara a la menor provocación, alguien de
sicariato fácil contrata a un asesino a sueldo a la mínima que
alguien le tose.) … ¡expresan su gran preocupación por la
delincuencia! como si fueran parte de la solución y no del problema…
nada dicen de cuando algunos de sus correligionarios y ministros se
dedicaban a amenazar de muerte a los médicos forenses si no
cambiaban los informes de las autopsias. El documentalista tampoco se
lo pregunta.
El
documentalista se muestra tan naif con ese asunto de las ovejas
negras que el documental se convierte en una regañina al ejército
por no labrarse adecuadamente la confianza de los ciudadanos. Una
regañina al estado mayor por no hacer limpieza.
Pero
autorrobarse aviones en los cuarteles para dárselos a las mafias
paramilitares en apoyo de un genocidio campesino… ¿eso no es cosa
del estado mayor?
Y
militarizar siete municipios durante semanas porque el capo de la
mafia enemiga te ha robado la coca… ¿eso tampoco es cosa del
estado mayor?
No,
según los documentalistas son desmanes de las ovejas negras que
incurren en autofinanciación… “es que en el ejército cobran muy
poco”
Al final de la cinta
vuelven erre que erre al hijo de la Rectora, para recordarnos una vez
más que el Estado mata por accidente, y no para diezmar y controlar
a la disidencia política, a las feministas, a los homosexuales.
Porque ya sabemos, ya nos han dejado muy claro
que la delincuencia hondureña es todo cosa del narco, que es un
peligroso fantasma que campa ajeno, que intoxica a la juventud y a
veces corrompe a la policía…. Y que todo
se soluciona con más vigilancia para que los jóvenes no sigan con
sus desmanes, con más represión policial, pero eso sí, la del
agente Bonilla, que se ha dado un buen lavado de cara.
Así
está la televisión española, haciendo publicidad a un Estado
Criminal a través de sus más ilustres criminales y sus hipocresías
varias.
1 comentarios:
hola, soy español y vivi en SPS 8 años y lo flipe de las cosas que vi en ese sangrinto lugar. Tienes toda la razon del mundo, estoy al 100% contigo, pero a España ni me la toques !!!
saludos
Publicar un comentario