miércoles, 20 de febrero de 2013

La brutalidad policial y sus causas


Ana Mulet, Madrid

Cada día que pasa me escandalizan y asquean más las actuaciones policiales, que observo ver crecer de intensidad ante las reivindicaciones de los trabajadores, que son despedidos gracias a los ERES, pactados y propiciados por la reforma laboral del PP; partido que tiene a la práctica totalidad de su cúpula siempre pensando en sus intereses personales de lucro; esto les ha llevado a convertirse en cómplices necesarios de la patronal; otro tanto ocurre con partidos como CiU, UPyD, PNV y el PSOE. Todo lo opuesto ocurre con la ciudadanía en general, que ha visto como en poco tiempo sus esperanzas de futuro y de bienestar social se han esfumado de sus vidas.


¿Pero por qué reprimen con encono y exagerada brutalidad a los que luchan en las calles? La derecha radical, en estos momentos en el poder, no puede permitirse perder los grandes beneficios que con carácter personal ya acaricia e incluso ya tienen pactados con las grandes empresas de la construcción, sanidad (farmacéuticas, seguros médicos, biomedicina, tecnología...), educación privada, etc... La clase trabajadora y la baja burguesía, está pasando hambre, es desahuciada de sus viviendas, pero sigue debiendo al banco el importe de la deuda que sigue creciendo mediante intereses de auténtica usura a pesar de vivir ya en la calle.


La sanidad se quiere privatizar y ya ha comenzado a hacerse en la comunidad valenciana por ejemplo, lo que nos llevará a la pérdida de la calidad de la atención sanitaria, y al crecimiento de la mortalidad, debido a que las compañías privadas que se harán cargo de esos hospitales o ambulatorios, buscan el lucro; y el único modo de conseguirlo es ahorrando en las prestaciones que necesitan los pacientes y en el personal sanitario que debe trabajar en condiciones pésimas, para poder mantener sus puestos de trabajo. Incluso los extranjeros en situación de precariedad, han perdido su capacidad de asistencia en los centros de atención primaria, lo que podría llevarnos a un aumento de la propagación de las enfermedades infecciosas y la muerte de muchos pacientes crónicos por falta de recursos para continuar con su tratamiento médico o farmacológico.

En la educación se está favoreciendo, de la misma forma, al modelo privado, con un aumento de las subvenciones a la privada; claro que, ésta tan sólo es accesible a los ricos. Se está actuando al contrario en los centros públicos, que son esquilmados y desabastecidos de personal educativo y medios; o con la subida de las tasas en las universidades, que limita el número de estudiantes de clase trabajadora que podrá optar por una carrera universitaria. Todo esto, unido al conocimiento general del alto grado de corrupción existente, que es escandalosamente ignorado y públicamente desmentido por el gobierno, pero ciertamente comprobado en los partidos de la derecha, como el PP, CIU, PSOE, PNV, o ultraderecha, como UPyD... Nos lleva a poder decir ya sin tapujos, que hemos pasado de una democracia a un régimen neofascista, donde se están coartando las libertades de todo el pueblo, mediante la brutalidad y el desprecio a las personas que votaron por desconocimiento, desinterés o falta de conciencia de clase, a este mal llamado “gobierno legítimo”, que no lo es. El PP ganó las últimas elecciones generales en base a mil mentiras y sigue mintiendo sin tapujos ni vergüenza alguna, llegando a extremos patéticos. El PP hoy mismo ha vetado que se lleve a cabo un debate sobre la corrupción en el Congreso, así como cien preguntas que iban a someterse a votación, 10 de ellas, sobre cada una de las 33 personas implicadas en la trama Gürtel, las cuales han blanqueado sus capitales gracias a la amnistía fiscal, que parece creada expresamente para favorecer a los corruptos, con influencias y resortes con el PP, que salpican a prácticamente todo el Gobierno Central y a una buena parte de los regionales de este mismo partido.

El medio para ejercer la represión es la policía, y mas concretamente los antidisturbios, que, lejos de proteger y servir al pueblo, que somos quienes en última instancia les pagamos sus sueldos, nos apalean en las calles por reclamar justicia, trabajo digno, vivienda, sanidad, educación..., todo ello expresado en nuestra constitución, en calidad de libertades formales, pero no reales; porque actúa en contradicción de ellas la realidad económica: la realidad de un mundo basado y divido en clases sociales, donde el que tiene más dinero, tiene el poder. Unas libertades formales que la realidad económica, presidida por la derecha política más casposa y ávida de enriquecerse a nuestra costa, que a su vez es mandada por los principales grupos de poder económico (patronal, multinacionales, bancos, BCE, UE, FMI...), está violando y vejando a diario.

El PP, la patronal y los restantes grupos de poder económico están desesperados: su sistema capitalista se les hunde bajo los pies; la gente está despertando; sus mentiras ya no engañan a nadie; las plataformas ciudadanas formadas en su mayoría por gentes simpatizantes de la izquierda, aunque no siempre lo proclamen abiertamente, están luchando con fuerza, por revertir las injustas reformas y recuperar sus derechos, y parar las estafas neoliberales que están llevando a la ruina a este país y las amplias masas de su población. ¿Que le queda a la derecha una vez que ha fracasado su estrategia? Sólo la violencia desproporcionada, último recurso para mantenerse en el poder y hacernos callar a base de la táctica del miedo y los porrazos.

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