La dirección de Roca,
siguiendo la lógica enfermiza de maximización de los beneficios
empresariales quiere dar un paso más deslocalizando su factoría de
Alcalá de Guadaíra (Sevilla) a países con salarios y condiciones
laborales más precarias, es decir, pretende aumentar sus lucros a
costa de ahorrar en costos laborales y, por tanto, del salario y del
medio de vida de cientos de familias.
Esto no es nada nuevo, en
la carrera por ahorrar costes y obtener mayores ganancias, las
empresas europeas (y entre ellas Roca) llevan décadas desplazando
sus factorías a países semicoloniales, con menores niveles de vida,
que padecen una grave ausencia de derechos sociales y laborales. Las
consecuencias directas de esto son la desindustrialización de los
países europeos y la elevación en los niveles de desempleo. La
culpa de estas consecuencias no la tienen los trabajadores de estos
países explotados, pues su clase trabajadora labora a menudo hasta
14 horas al día y los salarios muchas veces no permiten siquiera
cubrir la necesidades vitales mínimas. El verdadero culpable de todo
esto es el sistema capitalista que lleva hasta el extremo la
necesidad de acumulación de capital en las empresas por encima de
las necesidades de la clase trabajadora, sea del país que sea. Los
empresarios que llevan a cabo estas prácticas son los que
materializan esta lógica perversa y los que, por tanto, deben ser
reprendidos por ello.
En nuestro país, para
solucionar los problemas de cierres de empresas y fábricas se suele
recurrir a soluciones con consecuencias muy dañinas para los
trabajadores, normalmente basadas en la aceptación de despidos
masivos (EREs), en vergonzosas prejubilaciones y/o en cierres con
indemnizaciones que son pan para hoy y hambre para mañana. Ninguna
de estas salidas conviene a los trabajadores de ROCA, millones de
trabajadores han sufrido estas consecuencias en las últimas décadas
y fueron llevados a años de paro, a ser desahuciados, a recurrir a
la asistencia social, o a vivir durante el resto de sus vidas con
pensiones reducidas.
Ejemplos como los de
FaSinPat en Argentina deben servir a los empleados de ROCA como
inspiración; esta empresa de cerámica, expropiada en el año 2001
por los trabajadores tras el cierre patronal, llevó a que los
propios trabajadores asumieran el control de la factoría, y que en
cuatro años pasaran de 240 a 410 trabajadores, y que hayan
podido financiar proyectos sociales de notable envergadura en la
comunidad, como la construcción de un centro de salud que los
poderes públicos llevaban dos décadas rehusando construir.
En Francia, desde el
inicio de la crisis económica mundial, más de ciento cincuenta
empresas han pasado a ser controladas por sus trabajadores bajo
régimen de trabajo cooperativo, aunque la mayoría de las veces por
medios diferentes a la de la fábrica argentina FaSinPat, pues se han
basado a menudo en la compra por parte de los trabajadores de las
instalaciones con un capital inicial para su puesta en marcha.
Múltiples estudios están
demostrando que las empresas cooperativas, sociales y bajo el control
de sus trabajadores, resisten mejor las crisis en todos los países
del mundo, y generan empleo estable a largo plazo.
Por ello, animamos a los
trabajadores de ROCA a que se decidan por la opción de tomar el
control de la factoría, en lugar de esperar a que el patrón
actual o un nuevo capitalista continué con el actual modelo
generador de despidos, inseguridad laboral y acumulación enfermiza
capitalista. Los animamos a que no teman emanciparse de la clase
explotadora y que sigan el exitoso ejemplo que han llevado a cabo
cientos de miles de trabajadores en todo el mundo.
POR
LA EXPROPIACIÓN DE ROCA
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