lunes, 5 de noviembre de 2012

Testimonio Obrero, nº 2. Despedido "por preguntar"


Trabajador es despedido durante firma del contrato por “preguntar”
Entrevista a Pedro Casasviejas, por Emilio J. García, Sevilla. 16 de Oct. 2012.

Fisioterapeuta, Pedro Casasviejas fue contratado durante unas horas, fue dado de alta para trabajar en centro de ancianos concertado, tras haber realizado la entrevista de trabajo. La firma del contrato iba a efectuarse tras unas horas de prueba. Sin embargo, el contrato no llegó a firmarse. A continuación sabremos por qué.

¿Cómo fue tu primera entrevista con el centro?
En términos generales, fue una entrevista normal. La directora me expuso las condiciones generales, pero no especificaba mucho las condiciones del contrato.
¿Qué pasó las horas que trabajaste antes de la firma del contrato?
El Sábado llegué al centro. Un psicólogo me explicó mi función. Todo transcurrió según lo normal. Las primeras horas de trabajo transcurrieron según lo correcto.
¿Hiciste los primeros talleres?
Realicé las 1ªs fichas cognitivas. Empecé a realizar mi trabajo con los mayores.
¿Durante cuanto tiempo?
De 8 a 10. A mitad de jornada me llamó la directora para la firma del contrato.
¿Y qué pasó en esa firma?
Comencé a leer el contrato antes de firmarlo. Leí el contrato y observé que había algunas incongruencias en las cláusulas de dicho contrato.
¿Qué tipo de incongruencias?
2 horas extra por semana, un total de 8 al mes, que no iban a ser pagadas ni cotizadas y que estarían fuera del contrato. Festivos y domingos eran pagados igual, sin ninguna clase de pluses.
¿Qué hiciste entonces en ese momento?
Le hice ver a la directora que había algunas “particularidades”, en dicho contrato, que “no llegaba a entender”, pues no se correspondían con lo que tendría lugar en el horario laboral real. Había una distancia entre lo que decía el contrato y lo que luego yo iba a hacer: entre teoría y realidad. Era un contrato falso.
¿Cómo reaccionó ella?
Reaccionó de manera huidiza. Era reacia a hablarme de lo que le estaba preguntando. No quería entrar en profundidad. Y me llegó a advertir que estaba haciendo “demasiadas preguntas”.
¿Qué pasó entonces?
No me dejó terminar de leer el contrato y me dijo que ya lo hablaríamos con el gestor el día siguiente.
¿Qué pasó el día siguiente? – Llegué temprano y me recibió en el despacho, y había preparado mi renuncia y despido. 20 € costó mi despido. Yo había quedado fuera de lugar, y mi voz ya no contaba nada, en aquellos oídos sordos, para los que yo no era más que una mercancía que se podía tasar en la misérrima cantidad que costó mi renuncia. No me quiso dar explicaciones, sólo se refugió en que “yo no iba a ser compatible con dicha empresa”.
¿Le preguntaste en qué punto radicaba dicha incompatibilidad?
Sí. Le dije que no me parecía una razón de peso. Pero ella no me argumentó, tan sólo acertó a alegar como único motivo de calado el que ella era quien tenía la potestad sobre los trabajadores, que ella tomaba las decisiones, y que aunque pidiera más motivos, no iba a dar mayor argumento, que mis preguntas estaban fuera de lugar. A lo que añadió: “echa un garabato sobre el recibo de 20 € y 'listo' ”. Entonces, yo comprendí quién tenía el poder, y que no podría hacerle entrar en razón, porque yo no era, para ella, más que un simple obrero, lo que se dedujo de sus palabras al decir: “que había más currículos detrás esperándola”.
¿Qué conclusiones sacas de todo esto?
Que el trabajador no puede quedar al capricho de otros. Pienso que el problema reside en parte del equipo de trabajo que consiente y acepta todo tipo de tratos injustificados; son “abducidos” por jefes vanidosos, con ansias de mando e intereses monetarios por encima de todo, sin ninguna rémora de ética o valor humano, ni de interés por sus trabajadores ni sus pacientes.
De hecho, llegaron a decirme durante la firma que “hablara bajo, que no armara mucho jaleo”, que “la boquita más calladita y más silenciosa”, que “no quería que se enterasen los familiares de los pacientes”, que estaban en la sala contigua. Lo que quiere es que el pastel no se descubra.
¿Cambiarías algo de lo que hiciste?
No. No cambiaría nada. Me siento muy orgulloso de lo que hice, porque hubo cosas que no entendí, cosas que cualquier otra persona se habría preguntado en mi lugar.
Considero que no hay que rebajarse ni claudicar en tus derechos antes jefes tiranos. Si no, este “mercado” laboral, reducido a un nido de pirañas, siempre seguirá siendo el mismo.

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