Roberto Mérida
Desconectar la tele, yo ya lo he hecho.
Hoy quise ponerla un rato mientras desayunaba y todo lo que puse me
dio asco: sólo había pseudotertulias televisivas de la "caverna
mediática" hablando de cuestiones bizantinas e irrisorias como
"si España se rompe o no se rompe", para dividir,
enfrentar, emponzoñar, y distraer la atención del obrero medio de
los problemas que realmente importan, usando esa especie de señuelo
rancio.
Anoche, cuando fui a cenar, ya tarde,
después de presentar el programa de radio (Nadie sin Nada), por el
mismo camino: en lugar de tertulias televisivas, había series
chorras, concursos de "la ruleta", o teletienda.
La única vez que se puede poner la
tele es viendo algún documental, en cadenas como La 2 (o para quien
la tenga, Odyssea, único canal que recomiendo) o cuando por
casualidad echan alguna buena obra clásica del cine. O cuando a las
4 ó 5 de la madrugada, enciendes cualquier canal y encuentras alguna
buena interpretación de jazz o música clásica.
Pero eso no es tele para mí, eso ya lo
hago yo por internet o descargando películas: cuando quiero ver
una obra cinematográfica que me interesa directamente pincho en una
página de pelícuals o series gratis (como seriesyonkis o
peliculasyonkis) y busco la que me interesa, seleccionando con
criterio propio, y me culturizo. Cuando quiero escuchar y/o ver buena
música me la descargo en mp3 o avi o la busco por autor en el
youtube. Cuando quiero leer, busco en mi biblioteca o descargo y
lleno de buenos libros en .epub mi "ebook" o libro
electrónico.
Y soy libre.
¿Por qué no se motivan muchos otros a
seguir un ejemplo análogo?
El sistema, las partidocracias
burguesas, los pseudotertulianos burgueses de salón, la CEOE, la
conferencia episcopal o el grupo prisa, no dictan lo que yo me trago,
o en torno a que debates falsos y maníos "crean opinión"
en mí. Esa opinión me la creo yo mismo escogiendo, a mí gusto.
¿Por qué muchos más no se apuntan?
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