Milos G.
El ciudadanismo es el paradigma dominante y definitorio de la política posmoderna, pero lejos de representar una mera forma de gestión o reforma del capitalismo hay que entenderlo, sobre todo, como una filosofía interclasista.
El debate en torno al ciudadanismo es complejo, y se muestra necesario un consenso en su definición para no acabar sosteniendo debates cuyo trasfondo sea puramente nominal. Se ha sostenido que el ciudadanismo es una "ideología que se basa en una reforma democrática del capitalismo". Esta definición la encuentro un tanto imprecisa, pues, si bien es cierto que el "ciudadanismo" parece no buscar una alternativa al capitalismo, también es cierto que no todas las formas de reforma democrática del capitalismo son "ciudadanistas", sino que tienen una perspectiva consciente de clase. Es habitual escuchar a políticos como Julio Anguita argumentar con claridad que para mejorar las condiciones de los de abajo los de arriba van a tener que perder y verse perjudicados, y que el millonario acaudala necesariamente su riqueza a base de la explotación ajena. Sin embargo, sus planteamientos económicos son fundamentalmente socialdemócratas, considerados desde un punto de vista clásico.
Entiendo, sin embargo, que el "ciudadanismo" tiende a mostrar la idea de que todos tenemos que "remar juntos", "en la misma dirección"; si al ciudadano empresario le va bien, el ciudadano trabajador tendrá más posibilidades de ser contratado; sería necesario tener buenos empresarios con negocios competitivos que generen empleo y riqueza para el país. El ciudadanismo, vemos, tiende a utilizar términos vagos como "país", "riqueza", "crecimiento" sin plantearse quiénes en el "país" se llevan esas "riquezas" fruto del "crecimiento". El ciudadanismo, tal como lo percibo, es una tendencia de cambio dentro del capitalismo, y para éste, que pretende en teoría mejorar los derechos y las condiciones de los más desfavorecidos sin intentar perjudicar los intereses de las clases sociales dominantes, precisamente rehuyendo un debate clasista. Por esta razón, el ciudadanismo tiene serias dificultades en plantear sus alternativas a la política económica dominante, dado que tiende a negar las políticas redistributivas (que perjudicaría a la burguesía) y a poner en su lugar la búsqueda del crecimiento acelerado que posibilite una cierta "fitlración" de esa riqueza nueva creada a las clases bajas de la sociedad.
En declaraciones oficiales, partidos como UPyD, PNV, CiU, incluso PP y PSOE tienden a defender estas ideas (basta pensar en las reformas fiscales producidas en la última década por ambos partidos; bajadas de impuestos a sociedades y a patrimonio, y subidas de los indirectos, que afectan a toda la "ciudadanía" por igual, independientemente de su clase social), e incluso algunos economistas e intelectuales próximos a la izquierda que puede representar IU - como Juan Torres o Vicenç Navarro - están cayendo en el error de intentar demostrar en sus libros que sus respuestas keynesianas a la crisis (para generar pleno empleo y bienestar) terminarían beneficiando a la clase capitalista, dado que medidas como el aumento de las pensiones o de los salarios darían lugar, supuestamente, a una mayor demanda interna (estimular el capital). En este caso observamos un discurso ciudadanista, no por capitalista sino por interclasista. Es en este interclasismo donde encontramos el ciudadanismo.
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