lunes, 27 de mayo de 2013
25-A: Orgullosos de que la población quiera asaltar las vallas del parlamento capitalista
2:22
Colectivo Editorial U.R.T.
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Roberto Mérida
La manifestación de esta tarde del 25 de Abril de 2013 supone un antes y un después: Por primera vez se ha convocado y organizado una manifestación con influencia y alcance de masas (a pesar de su número), dirigida a toda la población del Estado, cuyo objetivo era concentrarse junto a las puertas del Congreso y asaltar el parlamento.
De este hecho pueden inferirse dos cosas:
1. por fin se están rompiendo con los límites pacifistas impuestos en anteriores convocatorias de masas por las anteriores direcciones y camarillas “democrático-reales” de carácter conservador y retardario para la lucha (que dicen no ser tales pero que actúan como tales),
2. Un sector cada vez mayor de las masas comienza a identificar a su enemigo de clase a nivel político: señalando al parlamento como el aparato que encarna la dictadura política neoliberal institucionalizada, por medio del cual se valen los capitalistas que a su vez operan desde la banca, las grandes empresas y multinacionales, la bolsa y los poderes mediáticos y financieros, para aplicar, ejecutar y llevar a término todo el conglomerado de decretos y medidas depauperadoras con que día tras día van expoliando al grueso de la población civil de sus recursos y desviando o destinando dichos fondos a maximizar sus beneficios y paliar sus pérdidas, y retrasar el inevitable efecto dominó o en cadena del estallido de la burbuja de la deuda financiera.
Los críticos de esta protesta con contenido de revuelta arguyen: que ha asistido menos gento. Nosotros, en respuesta, les incidiremos en un hecho: que la que ha asistido ha asistido radicalizada y queriendo tomar el parlamento. Esto constituye un precedente muy importante para la revolución: ya que significa que cada vez más gente está tomando conciencia de que esto no es democracia, es dictadura capitalista: no participan de ilusiones “democráticas” y, en consecuencia, no se contentan con levantar las manitas:
quieren echar a la clase capitalista del poder, despojarla de su poder político, que no se limita a uno u otro gobierno partitario de turno, sino a todo el régimen oligárquico y sus instituciones:
Se está tomando conciencia de que el parlamento es la figura que a nivel político encarna ese régimen, es decir, que representa los intereses colectivos de la clase dominante. El parlamento es la institución en la que elegimos una vez cada 4 años qué parte de la clase dominante se encargará de oprimirnos y explotarnos mediante leyes.
Es una pantomima, pero una pantomima que tiene poder y “legitimidad” jurídica para expoliarnos, someternos, oprimirnos, aprobar reformas laborales, privatizar, mantener el paro institucionalizado, aprobar políticas de desinversión y aprobar y radicalizar recortes.
Así, en el transcurso de la protesta vivida en la tarde de ayer, 25 de Abril, los gritos eran: “viva la lucha de la clase obrera”, la actitud, una turba popular tratando de asaltar sin titubeos las vallas del parlamento, y tirando piedras a la policía que trataba de impedírselo. Y la lectura, por tanto, es la ruptura democrática: que no basta con reformar el sistema, hay que destruirlo, empezando por la dictadura colectiva encarnada políticamente y legitimada en el parlamento.
De aquí se infiere (de este carácter de clase restrictivo del Estado, este carácter burgués) que es normal, por tanto, que haya antidisturbios que se enzarcen con los manifestantes:
es decir, se da por hecho que esos hechos van a ocurrir. Porque la policía es un aparato coercitivo al servicio de un Estado restrictivo, mandado por unos pocos, y como tal, defiende a su dictadura oligárquica: que para eso les pagan un salario y los sujetan a un mando jerárquico que recibe órdenes de los políticos de la burguesía, y que a su vez los ata mediante miles de hilos políticos, institucionales, jurídicos y legales con la clase burguesa. Es algo que va ocurrir y hay que aceptarlo como pasos que se han de dar.
Es decir, no es que se pretenda que se produzcan cargas policiales: es que sucede porque las manifestaciones actuales con contenido de revuelta popular lo que pretenden no es reformar, sino resquebrajar el sistema, y ante tal hecho, la policía está pensada para defender el régimen burgués, y reacciona de dicho modo. Del modo que se espera de ella como institución coercitiva al servicio de dicho régimen.
Por decirlo en una frase: cuando se intenta resquebrajar la legalidad burguesa, el sistema, como buen patrón, responde echando a los pitbull a la calle. No cabe esperar que reaccione de otro modo.
No sabemos nunca es hasta qué cierto modo ni cuándo las fuerzas del estado podrían negarse a ejercer sus funciones: podrían desobedecer sus funciones, y actuar conforme a otros intereses (los suyos propios o los de sectores a la vanguardia en las protestas populares, que los arrastren ante la elevada presión social y popular).
No se puede saber ni predecir en qué momento ni hasta qué modo puede ocurrir eso. Basta analizar a la historia de los procesos revolucionarios para comprobar que dicha desobediencia se da en muy contadas ocasiones en la historia, incluso bien entrado, avanzado y generalizado un proceso revolucionario, donde la rebeldía popular es la normal, los cuerpos policiales pueden seguir resistiéndose durante bastante tiempo a dejar de ejercer la función represiva para la que están hechos. Así pues, nosotros debemos contar con que esa, la función represiva, es la función normal para la que están pensados, como organismo coercitivo, los cuerpos policiales, y que por tanto la ejercen. Lo contrario sería una anomalía en tiempos virulentamente revolucionarios (en ocasiones ni eso): y es la excepción: no la norma.
Por tanto, actuemos nosotros a nuestro modo, en consecuencia. Al modo normal que se espera del pueblo en tiempos de dictadura, explotación y régimen expoliador y oligárquico: LA NO SUMISIÓN. LA INSUBORDINACIÓN CONTRA EL SISTEMA. EL RESQUEBRAJAMIENTO DE LAS INSTITUCIONES Y ORGANISMOS OLIGÁRQUICOS.
Frente a la dictadura económica legalizada e institucionalizada, que expolia al pueblo: LA REBELIÓN DE LAS MASAS Y LA DISOLUCIÓN DEL PARLAMENTO.
Es la única consigna que cabe en estos tiempos que corren.
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