Trabajador es despedido
durante firma del contrato por “preguntar”
Entrevista
a Pedro Casasviejas, por Emilio J. García, Sevilla.
16
de Oct. 2012.
Fisioterapeuta,
Pedro Casasviejas fue contratado durante unas horas, fue dado de alta
para trabajar en centro de ancianos concertado, tras haber realizado la
entrevista de trabajo. La firma del contrato iba a efectuarse tras
unas horas de prueba. Sin embargo, el contrato no llegó a firmarse.
A continuación sabremos por qué.
¿Cómo
fue tu primera entrevista con el centro?
– En
términos generales, fue una entrevista normal. La directora me
expuso las condiciones generales, pero no especificaba mucho las
condiciones del contrato.
¿Qué
pasó las horas que trabajaste antes de la firma del contrato?
– El
Sábado llegué al centro. Un psicólogo me explicó mi función.
Todo transcurrió según lo normal. Las primeras horas de trabajo
transcurrieron según lo correcto.
¿Hiciste
los primeros talleres?
– Realicé
las 1ªs fichas cognitivas. Empecé a realizar mi trabajo con los
mayores.
¿Durante
cuanto tiempo?
– De
8 a 10. A mitad de jornada me llamó la directora para la firma del
contrato.
¿Y
qué pasó en esa firma?
– Comencé
a leer el contrato antes de firmarlo. Leí el contrato y observé que
había algunas incongruencias en las cláusulas de dicho contrato.
¿Qué
tipo de incongruencias?
– 2
horas extra por semana, un total de 8 al mes, que no iban a ser
pagadas ni cotizadas y que estarían fuera del contrato. Festivos y
domingos eran pagados igual, sin ninguna clase de pluses.
¿Qué
hiciste entonces en ese momento?
– Le
hice ver a la directora que había algunas “particularidades”, en
dicho contrato, que “no llegaba a entender”, pues no se
correspondían con lo que tendría lugar en el horario laboral real.
Había una distancia entre lo que decía el contrato y lo que luego
yo iba a hacer: entre
teoría y realidad.
Era un contrato falso.
¿Cómo
reaccionó ella?
– Reaccionó
de manera huidiza. Era reacia a hablarme de lo que le estaba
preguntando. No quería entrar en profundidad. Y me llegó a advertir
que estaba haciendo “demasiadas preguntas”.
¿Qué
pasó entonces?
– No
me dejó terminar de leer el contrato y me dijo que ya lo hablaríamos
con el gestor el día siguiente.
¿Qué
pasó el día siguiente? –
Llegué temprano y me recibió en el despacho, y había preparado mi
renuncia y despido. 20 € costó mi despido. Yo había quedado fuera
de lugar, y mi voz ya no contaba nada, en aquellos oídos sordos,
para los que yo no era más que una mercancía que se podía tasar en
la misérrima cantidad que costó mi renuncia. No me quiso dar
explicaciones, sólo se refugió en que “yo no iba a ser compatible
con dicha empresa”.
¿Le
preguntaste en qué punto radicaba dicha incompatibilidad?
– Sí.
Le dije que no me parecía una razón de peso. Pero ella no me
argumentó, tan sólo acertó a alegar como único motivo de calado
el que ella era quien tenía la potestad sobre los trabajadores, que
ella tomaba las decisiones, y que aunque pidiera más motivos, no iba
a dar mayor argumento, que mis preguntas estaban fuera de lugar. A lo
que añadió: “echa un garabato sobre el recibo de 20 € y 'listo'
”. Entonces, yo comprendí quién tenía el poder, y que no podría
hacerle entrar en razón, porque yo no era, para ella, más que un
simple obrero, lo que se dedujo de sus palabras al decir: “que
había más currículos detrás esperándola”.
¿Qué
conclusiones sacas de todo esto?
– Que
el trabajador no puede quedar al capricho de otros. Pienso que el
problema reside en parte del equipo de trabajo que consiente y acepta
todo tipo de tratos injustificados; son “abducidos” por jefes
vanidosos, con ansias de mando e intereses monetarios por encima de
todo, sin ninguna rémora de ética o valor humano, ni de interés
por sus trabajadores ni sus pacientes.
De hecho, llegaron a decirme durante la firma que
“hablara bajo, que no armara mucho jaleo”, que “la boquita más
calladita y más silenciosa”, que “no quería que se enterasen
los familiares de los pacientes”, que estaban en la sala contigua.
Lo que quiere es que el pastel no se descubra.
¿Cambiarías
algo de lo que hiciste?
– No.
No cambiaría nada. Me siento muy orgulloso de lo que hice, porque
hubo cosas que no entendí, cosas que cualquier otra persona se
habría preguntado en mi lugar.
Considero que no hay que rebajarse ni claudicar en tus
derechos antes jefes tiranos. Si no, este “mercado” laboral,
reducido a un nido de pirañas, siempre seguirá siendo el mismo.
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