sábado, 21 de julio de 2012

La huelga de los mineros se cobra la represión del Estado



 

U.R.T.
Publicado en la primera edición del periódico Reparto del Trabajo, nº 1. Miércoles, 11 de Julio de 2012.
Los últimos acontecimientos no dejan lugar a dudas: la represión policial durante el transcurso de la marcha de los mineros, el recrudecimiento de la misma a medida que se aproximan hacia el Congreso de los Diputados, la fuerza bruta que se está empleando en aplastar a unos simples trabajadores del carbón que reivindican el derecho de sus familias de subsistir, ponen de manifiesto el carácter profundamente antidemocrático de las instituciones del Estado.
Esto revela el carácter sociópata, represivo, antipopular, del actual régimen parlamentario, contra todo mito o imagen falsa que pudiéramos tener de que es un órgano pacífico y democrático. El actual régimen parlamentario, responde mediante el enfrentamiento abierto, frente a las reivindicaciones justas del único sector que protesta de manera organizada y seria contra los recortes. Despliegan, y escatiman en el uso de todo tipo de efectivos policiales.
Ellos no sólo disparan contra los mineros. En su despliegue represivo, arrastran por medio a los habitantes de las poblaciones de Asturias, Zamora y León, en las que van teniendo lugar los enfrentamientos. Poblaciones cuyos habitantes ponen sus casas también al servicio de la protección de los mineros, y reciben en respuesta gases lacrimógenos y disparos con balas de goma.
Varios son ya los heridos, entre los habitantes de varias aldeas. Los medios de comunicación, como buenas herramientas al servicio del capital, callan, mantienen un silencio atroz, velado. Son aparatos de alienación al servicio del Estado capitalista. Un Estado que dice elevarse como árbitro “neutral” por encima de la sociedad, “a favor de todas las clases”, pero que en el fondo, favorece las espectativas de lucro y de ganancia de un puñado de banqueros y dueños de grandes monopolios privados. La transparencia informativa ha dejado de existir. Es poco menos que una utopía, una farsa:
Prensa, radio, televisión; grandes baluartes del desarrollo tecnológico y científico puestos al servicio de sectores reaccionarios, dominados por la mayoría absoluta del PP y partidos colaboracionistas de la oposición que también buscan su propia parcela de lucro privado: una alternativa a la que los medios brindan espacio, y rinden las veces de claque, agotando así todo el espectro político que solemos ver.
Estas grandes empresas editoriales guardan silencio hoy. Cuando el silencio se hace insostenible, manipulan lo que ayer callaban. Controlan toda la informacion de este país. La lucha de los mineros, silenciada hoy, manipulada, pisoteada desde los púlpitos de las tertulias televisivas cutres y rancias, y chabacanas, que no aportan nada, tan sólo lodo. Es la lucha de una clase: la clase trabajadora, a la que quieren reducir a un nuevo modo de esclavitud, a fin de abaratar costes de producción para aumentar la tasa de ganancia, y mantener el paro para así poder tener al empleado temeroso de desobedecer las directrices que proceden de los grandes cuerpos directivos empresariales. Directrices abusivas, cortijeras, expoliadoras. Antítesis de toda democracia, equivalen a una dictadura social, trasladada al ámbito de la empresa.
Regresaremos, a este ritmo, demencialmente acelerado –como una noria de ratón que cuanto más rápido gira más acelera– a la situacion social y laboral del siglo XIX, antes de que se generalizara la lucha obrera e hicieran aparición en escena las primeras huelgas, como siguiente paso a los primeros motines de fábrica –con destrucción de máquinas–… Huelgas y luchas obreras con las que hemos ido conquistando durante mas de 100 años de los derechos que ahora nos roban y nos cercenan a golpe de cuchillo, reformas salvajes y recortes. Derechos que no volveremos a conquistar en décadas si nuestra situación sigue debilitándose.
Un paso adelante, dos hacia atrás
Esta es la situación que nos deparan las políticas antisociales, antiobreras, de destrucción de lo público, eliminación de derechos y desinversión de tejido industrial: desvío de industria a países cuya mano de obra es más precaria, y desvío de masas monetarias a los paraísos fiscales: aumentar la tasa de explotación para aumentar la tasa de ganancia. Socializar las pérdidas para privatizar el lucro privado. Poner freno, es nuestra única salida, para atajar la crisis del desempleo: revertir todo lo hecho por el actual gobierno neoconservador, y el anterior socioliberal, ahora que aún contamos con cierto grado de libertad para la lucha a pie de calle, a pesar de las coacciones, amenazas y medidas antiobreras. Libertades que podemos perder o estamos perdiendo ya, con las actuales leyes represivas anti-protesta en curso. Podemos retrotraernos a la época de la “dictablanda” de la transición monárquico-post-franquista, o incluso a la época del franquismo tardío, con el actual régimen de totalitarismo bancario, hacia el que vamos.
Nos amenazan con implantar leyes anti-protesta con el único fin de impedirnos volver a ser libres, si no en lo económico, sí en el derecho de rebelarnos, en el derecho a pensar, a decidir por nosotros mismos, a poder exponerlo a la luz del día, desde nuestra propia parcela de conciencia, colectiva e individual. Es hora de ser como los mineros, de no temer a quienes sólo pretenden mantenernos a raya mediante el miedo, haciendo las veces de perros de presa al servicio del Estado, para que no reaccionemos y nos mantengamos callados, alicaídos, mientras nos convierten en la nueva servidumbre asalariada. Pueblo trabajador, necesitamos salir a la calle, con un plan organizado, no de protesta, sino de conquista social: un plan por el reparto del trabajo y la riqueza, por la conquista de los medios de producción, financiación y decisión al servicio del proletariado: nacionalización de la banca y los sectores estratégicos, bajo control obrero y ciudadano. Necesitamos exigir el fin de este gobierno y de este sistema asesino, del que el primero, tan sólo es títere, y será probablemente reemplazado por un segundo de oposición socioliberal; o reemplazado por un gobierno elegido a dedo, tecnócrata, o por la última “pseudo-revolución” naranja diseñada a desde algún rincón de un departamento de inteligencia extranjero…
Expropiación de la riqueza y el poder para quienes sólo tienen por función oprimidos, vivir a costa de nuestro trabajo, para quienes sólo somos un número, esclavos, siervos consumidores de lo que nosotros mismos producimos, para que se lucren ellos. Somos simples estadísticas de votos, con los que retroalimentar esta farsa electoral, mal llamada “democrática”, en la que el pueblo se limita a elegir, cada 4 años, entre uno u otro representante del viejo orden establecido: ellos lo llaman democracia: nosotros, alternativa cutre a la democracia, elecciones, o parlamento, en los que los que siempre gana un perro con dos cabezas, un bucéfalo… el mismo perro, con distinto collar. Ellos se turnan en el poder, para continuar profundizando en su política de desangrar a la sociedad a favor de los bancos.
Frente a esta farsa, las herramientas clásicas de lucha de la clase trabajadora, los sindicatos, y antiguos partidos obreros de los que sólo queda la sombra, han sido secuestradas a niveles medios, de dirección y aparato, por dirigentes reaccionarios que se dedican a frenar, a acotar, a desunir las luchas, de forma consciente. Son solo siglas, incapaces de otorgar a sus bases una verdadera formación de izquierdas. Tan sólo fraseología vacía: ningún interés en la lucha real por emancipar al trabajador de la explotación que sufre a manos del capital.
Tan sólo saben liberar la frustración acumulada mediante válvulas de escape, como manifestaciones furibundas, distanciadas en el tiempo, en días como domingos, en vísperas de grandes partidos de fútbol, y con cuentagotas, con el único objetivo no de calentar motores, sino de arrojar un valde de agua fría. Tan sólo saben convocar alguna huelga testimonial o simbólica, de corte general, una vez cada 2 o más años, o de tratar de posponer su convocatoria varios meses. Cuando finalmente convocan, ya está implantada o en vísperas de aprobarse la ley, por lo que dicha huelga ya es innecesaria, llega tarde.
¿Por qué? Porque ya no representan los estándares de vida de una clase obrera hostigada por los procesos de desinversión, por las políticas de destrucción de empleo y de derechos sociales, y por la explotación que sufre a manos del capital. Tan sólo representan a un sector de la aristocracia laboral, sobornada a base de grandes desembolsos estatales en subvenciones y grandes salarios, que contribuyen a agrandar el patrimonio personal privado de estos grandes dirigentes reaccionarios, aproximándolos al de un político burgués o un empresario. El miedo a perder tales subvenciones y el nivel de vida aristocrático-laboral que ostentan, les impiden morder la mano que les alimenta, les impide defender honestamente al asalariado, les impide, en una palabra: ¡luchar!
Frente a una realidad semejante, los mineros han dado un paso más. Su lucha, representa un soplo de aire fresco para el movimiento obrero, sindical, y los movimientos sociales. Un soplo serio de oposición a las políticas podridas de desinversión de la patronal y el Estado, un soplo serio de oposición a la política conciliadora de estos dirigentes oportunistas, reaccionarios y vendidos, vacíos de todo contenido de lucha seria a nivel sindical.
Es por ese motivo que su lucha representa una amenaza al orden establecido (el statu quo), y desata la más abierta maniobra de represión por parte del Estado burgués.

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